Me gusta leer, me gusta escribir y al hacerlo se disputan espacios las emociones viscerales, la fuerza racional y la imaginación. Siempre he admirado a Borges y es una gran fuente de inspiración, pero en mi biblioteca habitan los escritores más diversos, Argentinos, ingleses, franceses, japoneses, chinos y de otras latitudes, tan prolíficos algunos como tan discímiles entre sí. De todos ellos me gusta leer algo, aunque sea un poco. Este es el mundo que me atrae, el de la diversidad cultural, de ideas, pensamientos y costumbres.
Soy conciente que por mis actividades, tengo una gran influencia que proviene del arte y la cultura oriental, en especial de la japonesa. Oriente y occidente, dos fuertes expresiones de la complejidad humana a las que intento comprender desde ambas filosofías.
No me gustan los encasillamientos y la identificación a ultranza con un género literario específico y creo que el escritor tiene que seguir los dictados de la mente y el corazón. Sumergirme en la escritura de un ensayo, deleitarme escribiendo un poema, o pergeñar un cuento me pueden producir tanto placer como el relato minucioso de un viaje inolvidable.
La escritura es parte sustancial de mi vida.