LA INCOMPARABLE ESPIRITUALIDAD DE LAS ARTES MARCIALES.

Salvo para quienes no tienen ninguna relación cercana con el tema, a esta altura nadie discute el alto contenido de espiritualidad que envuelve a la práctica de las artes marciales. Dicho esto, es justo decir que ese grado de espiritualidad propio de estas disciplinas ha menguado fuertemente en las artes marciales que se han convertido literalmente en deportes o en aquellas que, sin serlo, la competición juega un papel preponderante en su desarrollo.

A fin de ser lo más objetivo posible, voy a enfocarme en el karate, que es mi especialidad dentro de las artes marciales, e intentar acercar un poco de luz sobre esta triada particular que involucra a cuerpo, mente y técnica en un camino que busca la unificación con el espíritu, bien definida en la frase: KI KEN TAI NO ICCHI「気拳体之一致」  (UNIFICACION DEL ESPIRITU LA TECNICA Y EL CUERPO).

Si tuviéramos que definir con un concepto prístino y breve, cuál es la diferencia entre el karate y los deportes en general, podemos decir que el primero nació como producto de la necesidad para sobrevivir en épocas en las que la autoprotección era un valor fundamental en la vida cotidiana, y que transcurrido el tiempo y cambiado las condiciones de vida, este arte marcial otrora estrictamente ligado a la defensa personal, se torno en un camino destinado al desarrollo completo de la persona, sin perder de vista el cultivo de su enorme bagaje técnico.

Es allí en donde cobra vida el contenido de la frase precedente: KI KEN TAI NO ICCHI.

Es por ello que para que un artista marcial camine con eficacia hacia la consecución de ese gran objetivo, no puede dejar de lado la adquisición de la técnica correcta (GI), la actitud correcta (SEN), la etiqueta correcta (REI) y la meditación (MOKUSO), ejercicio ideal para calmar la mente y aumentar la concentración. Es la integración de estos aspectos la que otorga una singular belleza de contenidos a la práctica de las artes marciales, algo que no puede lograrse sin COMPROMISO, que es una de las mayores características del espíritu del BUDO (artes marciales).

A diferencia de los deportes en general, las artes marciales permiten el cultivo y desarrollo del ser humano de la manera más profunda, siempre y cuando con mucha concentración y disciplina uno se encamine hacia la dirección correcta. Esto es fundamental, pues el objetivo primario reside en lograr la victoria para toda la vida (la victoria sobre uno mismo) y no una victoria única (vencer a un adversario y obtener un trofeo). La victoria única puede incluso ser accidental y el oponente que vencemos hoy podría vencernos mañana, es por eso que vencerse a si mismo es una victoria sin parangón posible.

Es un itinerario plagado de incomodidades y escollos de todo tipo en el que hay que ser muy  equilibrado para administrar las adecuadas dosis de autoestima y confianza en las auténticas condiciones.

La violencia y la agresividad, las conductas indignas y comportamientos inapropiados, han sido o suelen ser frecuentemente asociados con las artes marciales, valoración que parte de un evidente desconocimiento por parte de quienes emiten tales juicios de valor.

El verdadero artista marcial pasa una vida como estudiante y en pocos casos como maestro, destinada al descubrimiento de su propia naturaleza espiritual y es con su propia y dura experiencia que en el dojo aprende en carne propia a sentir el dolor y el efecto de las técnicas, para no aplicarlo en los demás salvo casos de extrema necesidad.

Finalmente podemos decir que en los deportes en general la técnica apoyada en la fortaleza del cuerpo es la que mas se desarrolla y en cambio en las artes marciales se prioriza la relación de la técnica y el espíritu. En tal sentido decía Taisen Deshimaru: “Si técnica y cuerpo fuerte luchan juntos, es la técnica la que vencerá. Si un espíritu fuerte combate una técnica fuerte, es el espíritu el que vencerá, ya que sabrá encontrar el punto débil”.

Daniel Spinato

LA INCOMPARABLE ESPIRITUALIDAD DE LAS ARTES MARCIALES.

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