Por Daniel Spinato
No importa cuan extremecedoras puedan ser las fantasías elaboradas por nuestra imaginación. Siempre, en el terreno que sea, cuando la realidad nos golpea supera grotescamente cualquier ficción, aun las peores que hayamos podido imaginar. La vida nos va a sorprender en el momento y en la forma en que menos lo esperamos.
Queda claro que no conociendo previamente lo que el futuro nos tiene reservado, es válido e inteligente tomarse la libertad de planificar nuestras acciones con optimismo. Ejercemos entonces nuestro derecho a vivir plenamente en todo lo que de uno dependa sin estar obsesionados por un mañana inesperado.
Es probable que no lo aceptemos o no lo reconozcamos, pero lo cierto es que todos moriremos de acuerdo a los cálculos ya predeterminados por Dios, por el Cielo o la mente superior en la cual crea cada uno. El hombre valiente, el guerrero virtuoso o el sabio tratan a ambas por igual, a la muerte y a la vida. No desean la muerte, pero no le temen, no desprecian la vida, pero no se aferran a ella.
Aunque racionalmente parezca extremadamente difícil, debemos pensar que si no hay nada que tenga un efecto superior a la vida y a la muerte, es muy sensato enfrentar lo inesperado con serenidad.
