Título: Pensamientos de un artista marcial.
Género/Tema: Ensayo sobre la filosofía y espiritualidad inherente a las artes marciales.
Editorial: Grupo Planeta / Martínez Roca.
Año: 2005.
Páginas: 220
Tamaño: 14,5 x 21,5 cm
ISBN: 950-870-081-5
Índice
PARTE I
Los pensamientos
Adversidad
Agresión
Alimentación
Aprendizaje
Asimetría
Ausencia del maestro
Certeza
Cinturón negro
Combate imaginario
Comercio
Cómo somos
Comprensión
Crecimiento
Cuerpo, mente y espíritu
Cuestión de culturas
Charlas con el maestro
Decisión
Democracia
Difusión
Disciplina
El campeón
El combate supremo
El Do
El espíritu
El silencio
El sueño de la escuela propia
El verdadero oponente
En busca de la actitud correcta
Enseñar a los niños
Entrar al campo de batalla
Etiqueta
Extremos
Fidelidad
Filosofía de las artes marciales
Fuerza verdadera
Graduaciones
Humildad
Humor
Inflación
Instituciones
Interrogante
Interpretación
La gente dice
La respiración
La respuesta adecuada
La vía
La vida
Las pruebas
Lo hice
Los Instructores
Los puntos vitales
Mente abierta
Parecido
Pequeña diferencia
Placer
Pregunta
Puntos de vista
Qué curioso
Querer es poder
Reciprocidad
Reflexión
Roturas
Sensaciones
Ser invencible
Ser maestro I
Ser maestro II
Sentido del honor
Torneos
Transformación
Última palabra
Un anhelo
Una cosa es decir y otra es hacer
Velocidad
Verticalismo
Viaje al interior del guerrero
Visible e invisible
Voluntad
Za zen
PARTE II
Referencias y lectura adicional
Alma
Aristóteles
Ascetismo
Atemi
Budismo
Budo
Bushido
Cestus
Cínicos
Confucio
Dojo
Encarnación y
Reencarnación
Epicureísmo
Estoicismo
Ética
Filosofía china
Filosofía griega
Filosofía occidental
Flagelantes
Hara
Hedonismo
Hinduismo
Interoceptivo
Kant, Immanuel
Kata
Los caminos de la liberación
Maniqueísmo
Platón
Propioceptivo
Russell, Bertrand
Sashimi
Sensei
Shintoísmo
Taoísmo
Shugendo
Utilitarismo
Waza
Zen
Bibliografía
Introducción
En un libro escrito con anterioridad, me planteaba que un artista marcial es y al mismo tiempo no es una persona común y corriente. Lo es en cuanto luce y lleva una vida acorde a las reglas habituales de la sociedad, y, observado entre la gente no debería llamar la atención, ni por su forma de actuar ni por su cuerpo, que en definitiva se destaca no por sus cualidades exteriores sino por sus prestaciones.
No obstante, existe una diferencia sustancial entre un artista marcial y una persona que no lo es, y descontando sus habilidades técnicas y preparación física, está su cualidad más sobresaliente: su filosofía de vida y la calidad de su interrelación con el entorno humano, animal y objetal que le rodea.
La primera parte de este libro pretende esbozar una idea de la ética, la psicología y la moral de vida de un artista marcial, más no por ello ha de constituirse en un modelo doctrinario de cómo deben ser vistas determinadas cuestiones de estas disciplinas o de la vida en general; pues sería irreverente y presuntuoso de mi parte.
Intento, en cambio, reflejar las huellas del paulatino proceso llevado a cabo a través de los años, nutrido holgadamente por enseñanzas aleccionadoras, actos de confianza perdurable y fidelidad irreductible; pero también escarmientos y desengaños. Algo así como un compendio de experiencias, buenas o malas según el cristal con que se miren o el momento en que hayan llegado, todas convertidas, al fin, en conocimiento. Lecciones que, siendo producto de la causalidad, en el mejor de los casos se aquilatan y en el peor se desaprovechan descuidadamente, tan solo para confirmar que la vida del ser humano es una interminable sucesión de aciertos y errores en el largo camino hacia el discernimiento y la elevación espiritual.
Desaliento empero, a quienes esperan asombrarse con grandes elucubraciones mentales o frases meritorias provenientes de una mente preclara. Por el contrario, será para el lector un desafío, pues podrá comparar, criticar, acordar o disentir, según criterios y puntos de vista personales. Por esta razón entonces, éste es un libro para pensar en uno mismo, una buena excusa para reflexionar introspectivamente, a conciencia, sobre el muchas veces inextricable -no sólo para la mirada del profano- camino que las artes marciales abren al peregrino que quiera transitarlo. Por ende, estas páginas son una forma de meditar acerca de nuestra propia vida. Tal vez éste sea el mérito del trabajo y la mejor consecuencia de su lectura.
Años han pasado desde que con mi ignorancia a cuestas me asomé a este mundo ignoto de las disciplinas orientales y todavía hoy perdura en mí la mística que las envuelve: Más aún, la veo como parte indivisible de las mismas, así como las leyendas son parte de la historia de los pueblos. Creo que es uno de los motivos por los cuales no me resulta extraño, aún hoy, sorprenderme acicateado por interrogantes acerca de algunos ínclitos maestros constructores de la Vía.
No hablo únicamente de ese halo de misterio que circunda la vida de algunos precursores en diferentes épocas de la historia, de los míticos enfrentamientos del imbatible Miyamoto Musashi, de los actos pasmosos de algunos maestros chinos del tai chi chuan, o del nutrido anecdotario de la vida de grandes maestros japoneses o coreanos. Limitarme al asombro que producen hechos personales sobresalientes y casi únicos sería quitarle mérito a lo que considero fundamental, esto es, los aspectos espirituales, la evolución, el crecimiento interior, el conocimiento profundo de uno mismo, la elevación de la conciencia y la armonía con lo natural.
Es ante la magnificencia de estos últimos logros que las proezas físicas cobran grandeza, cuando se hace evidente la indisoluble necesidad de su alianza simbiótica con el desarrollo mental y espiritual, única condición que las hacen posibles.
El concepto de armonía y espiritualidad que concibo para las artes marciales tradicionales está enmarcado en una filosofía que considera a este aspecto como el objetivo último, la finalidad suprema, en tanto que las prácticas, el sacrificio, la constancia, el desarrollo técnico y corporal, los torneos, los viajes, el estudio, la lectura y la meditación son elementos indispensables para andar el camino, pero no constituyen la meta, sino apenas las herramientas a utilizar.
Este es un libro para pensar, decía, y el pensar pareciera ser trabajo de los filósofos; pero ¿no forjamos, acaso, nuestra propia filosofía de vida?
Es válido, entonces, preguntarse por los basamentos que determinan los principios de las artes marciales, el porqué de los razonamientos esgrimidos, la motivación de determinadas afirmaciones, los conceptos sobre la moral y las buenas costumbres, la ética. Por ello, en la segunda parte de la obra he procurado, y asumo que muy modestamente, compilar algunos conocimientos que quizá faciliten al lector entender la profunda raigambre que sostiene los pilares de las artes marciales.
Uno de los aspectos más complejos es alcanzar a comprender la evolución ideológica de estas artes desde su génesis, concatenándola luego con el giro profundo que han experimentado hace poco más de 100 años, y al mismo tiempo concebir que, en ese tránsito, su naturaleza no ha cambiado.
Sería muy angosta nuestra visión si pretendiéramos analizarlas extrapoladas del contexto general del comportamiento social del hombre, construido a la luz de las distintas corrientes del pensamiento humano, cuya fuente de inspiración se remonta a los chinos notables tanto como a los griegos ilustres. En esa extrapolación, dejaríamos de apreciar la influencia y el aporte que sobre el Budo han tenido determinadas religiones y escuelas filosóficas.
Dos deseos me animan, ya en el final de esta introducción.
Primero, no olvidemos nunca que la guía de un maestro es un bien primario y esencial en la formación de un artista marcial.
Segundo, el sabio Lao Tse afirmaba: “El saber hacer determina la calidad de la obra”. Por ello, desde lo más profundo de mi corazón, espero haber sabido hacer.
Daniel Antonio Spinato
Capítulo / Parte (Pensamientos de un artista marcial)
Comprensión
Hay personas que han practicado artes marciales durante muchos años, mas nunca llegaron a comprender el verdadero sentido de lo que estaban haciendo.
Hay personas que han practicado artes marciales por muy poco tiempo, y comprendieron que eran más profundas de lo que pensaban.
Visible e invisible
En las artes marciales la graduación cumple con la finalidad de indicar el nivel de evolución y conocimientos de un estudiante.
En mi opinión, suele haber dos clases de graduaciones, una visible, que se acredita mediante un cinturón de color en la cintura, y otra invisible, que es la que realmente le corresponde a la persona que la lleva.
Esta última responde estrictamente al nivel de desarrollo de cuerpo, mente y espíritu. Y aunque curiosamente no se ve, es posible percibirla por las acciones del portador.
En algunos casos estas graduaciones coinciden y en otros, la graduación de la cintura es notoriamente mayor. Eso también se percibe.
Artes marciales y democracia
Las artes marciales no son democráticas. En el seno de una escuela de artes marciales tradicionales no es posible que todos opinen y tampoco tienen que someterse a votación las opiniones del maestro.
Sin embargo, un maestro escucha a todos sus discípulos.
En el mismo sentido, un maestro no se elige por votación. La relación interpersonal dentro de las artes marciales está enmarcada dentro de varios principios fundamentales y uno de ellos es el verticalismo, mediante el cual la autoridad parte del maestro hacia abajo.
Sin embargo, el mejor maestro en una escuela tradicional es aquel que cuenta con el consenso natural de los discípulos y estudiantes más avanzados.
Mas ello no significa que cualquiera que tenga el apoyo de los estudiantes pueda ser un buen maestro. Sobre esto hay que reflexionar detenidamente.
La guía de un maestro está contenida dentro de un marco de sabiduría y respeto genuino cuando es el producto de un proceso natural (preparación, conocimientos, tiempo y evolución), y como tal no puede estar sometida a la variable voluntad de los estudiantes.
Por curioso que parezca, esta conducta basada en la disciplina y el sentido común conlleva en sí misma una enseñanza vital para todo aquel que quiera vivir en un sistema democrático.
Y éste es un pensamiento sobre el que hay que meditar, con prudencia y madurez.
Contratapa (Pensamientos de un artista marcial)
En el aprendizaje de las artes marciales, las técnicas son apenas meros instrumentos para alcanzar la integridad personal y la unidad armoniosa con los otros seres. La disciplina constante, la firmeza de la voluntad, el enfrentar con entereza los desafíos y el enriquecimiento del mundo interior conducen a que el cuerpo, la mente y el espíritu conformen una tríada indisoluble. Ser más sabio y no más fuerte es en realidad la auténtica meta de las artes marciales.
El maestro Daniel Antonio Spinato -una voz autorizada por la intensa experiencia que brindan muchos años de práctica, de conocimiento sutil y armonía espiritual- traza en estas páginas los principios éticos, filosóficos y psicológicos que deben iluminar el camino de todo artista marcial e impulsa a los instructores a tomar conciencia de su labor, a ser investigadores permanentes para defender los principios del amor y del respeto por la vida.
Con lenguaje claro y a la vez profundo logra transmitir importantes y sólidos fundamentos teóricos, su visión sobre el particular vínculo que se establece con los discípulos y reflexiona, a la vez, sobre la responsabilidad que implica la enseñanza de un conocimiento multidisciplinario que aporta el beneficio de la concentración y el autodominio. Comparte así con el lector las estrategias y claves para perfeccionarse y ayudar a que otros transiten de manera eficaz por el camino que conduce hacia la total plenitud.