Por Daniel Spinato
Habitante de este y otros mundos
de conspicua presencia en todos
y en todo, sustancia espiritual
que el día a día revela en sus modos.
Ubicuo viajero atemporal e incansable,
prudente observador de diferentes vidas
compañera de tortuosas idas y venidas
con culpas por expiar más allá de lo esperable.
Regazo esperanzador de los dolidos
y pastora de los extraviados,
fiel tutora de los desviados, y suave
cuna maternal de los recién venidos.
Oscuro habitáculo de hechos dolosos,
inexorable almena del tiempo
son tus consejos serenos
el cenáculo de pocos virtuosos.
Invisible en el espejo de mis tribulaciones
de las peores afrentas guardiana
consultora permanente y llana
por favor no me abandones;
en mi variopinto recorrido eres
rectora de mis actos buenos
y de los malos cancerbera, mas
de una u otra forma siempre me sostienes;
alma mía, espiritualidad descarnada
en el trayecto de mis días,
tu sabiduría y consuelo arropan
mis horas en cada jornada.
