Por Daniel Spinato
El lenguaje, en todas sus formas, desde el verbal hasta el gestual es lo que hace posible la comunicación entre humanos y es un factor determinante en el curso de todas las interrelaciones.
La fuerza que tienen las palabras es algo que puede encumbrar o destruir de un momento para otro. Por ello es muy sabio cuidar el lenguaje y ser cautos al emitir juicios de valor sobre otra persona, tanto como al reaccionar frente al elogio y la alabanza.
En todo momento debemos tener en claro que en un instante podemos ser honrados a causa de la opinión de otras personas y acto seguido podemos ser denostados por la opinión de alguien.
Esto ha ocurrido desde siempre en la historia de la humanidad, pero, en estos tiempos la comunicación a través de los modernos medios existentes juega un rol preponderante en la valoración subjetiva de las personas.
Esta valoración es subjetiva porque en líneas generales el rumor y la crítica pobre, o el enaltecimiento desmedido no suelen tener objetividad ni fundamentos, es, como dije anteriormente, una sumatoria de voces capaces de encumbrar o destruir sin término medio.
Si juzgamos a alguien por comentarios que hemos escuchado, no hacemos otra cosa que esbozar una triste definición de nosotros mismos.
Esto es algo que para muchos es común y no los afecta pues ni siquiera lo analizan, sin embargo es algo realmente fuerte para nuestra propia valoración cuando tenemos sentido de la ética y el comportamiento justo.
Nunca debemos subestimar el poder de las palabras ya que en tanto unas son sanadoras, otras hieren o matan.