VIVIR LA VIDA

Por Daniel Spinato

Desde un punto de vista simplista, todos los que estamos en este mundo vivimos, es decir, respiramos, nos movemos, interactuamos con nuestros semejantes, pensamos en nuestro presente y en nuestro futuro posible.

Es acaso, vivir, algo más que eso?

Claro que sí, aunque no lo analicemos muy seguido. Porque la vida es un crisol de matices con ventajas y desventajas, con pérdidas y oportunidades, con momentos felices y también con momentos tristes.

Sin embargo, es mucho más profundo que lo que nos dice el viejo dicho “al mal tiempo buena cara”, o “veamos el vaso medio lleno en lugar de verlo medio vacío”.

Esto es porque aunque el ser humano ha transitado un largo camino a lo largo de toda su historia terrenal, aun así es menos fuerte de lo que parece. Esto se observa en las decisiones que tomamos a veces, en las acciones que llevamos a cabo, algunas acertadas otras erróneas y que como parte de nuestra naturaleza frágil, nos manifiesta cuan débiles podemos ser aunque hagamos alarde de nuestras fortalezas. Y sobre todo se puede apreciar en nuestras reacciones y en como afrontamos los desafíos que se presentan.

Por ello, vivir en armonía interna y externa es el gran desafío que la humanidad todavía no ha podido alcanzar.

La vida terrena es extremadamente corta si la comparamos con los tiempos del universo, y pese a ello, muchas personas sienten que a cierta edad ya han hecho lo suficiente. Pienso que el lento y paulatino proceso del envejecimiento nos pone a prueba (una de las tantas) para ver cuánta determinación tenemos para afrontar el arte de vivir.

Vivir no es ni lindo ni feo, ni bueno ni malo, ni una bendición ni una tortura, porque vivir es una experiencia absolutamente personal y única y solamente cada uno en su propia carne y en su propia mente puede describir esas sensaciones que son irrepetibles y que rompen cualquier estadística. Los seres humanos no somos un número, somos seres totalmente individuados tal cual venimos a este mundo.

Somos tan “únicos” como las herramientas que traemos al nacer, mas o menos inteligentes, con mayor o menor estatura corporal, ágiles o torpes, tímidos u osados, extrovertidos o introvertidos, delgados o gordos, de pocas palabras o sumamente locuaces.

Esa diversidad con la que venimos es tal vez el mayor tesoro de la humanidad, porque son las diferencias las que nos enriquecen, son las cosas que nos separan las que nos hacen ver otras posiciones y entender que nuestra mirada es parcial y nuestra verdad no es única.

El ser humano puede ser gigante y pequeño al mismo tiempo en el más amplio de los sentidos, todo depende de sus conductas y sus acciones, de allí la importancia de conocernos a nosotros mismos, para tener en algún momento de la vida, certeza de quienes somos en realidad y no quienes pensábamos que éramos.

VIVIR es mucho más que simplemente ESTAR.

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