Por Daniel Spinato
Antes que nada, una pregunta elemental podría ser ¿crees que existe un destino personal inmutable, o piensas que cada uno construye su propio destino en la vida?
Desde mi punto de vista, estoy convencido que existe un destino final para cada uno, que ya está establecido, aunque las formas de llegar a él estén pobladas de distintas vicisitudes en las cuales nosotros tenemos un rol fundamental.
Creo que escapan al control del ser humano dos hechos esenciales, que son la vida y la muerte, aunque sobre esta última podamos discutir amplia y generosamente, la mayoría de las veces con argumentos no del todo convincentes. Me refiero específicamente al control sobre nuestra vida y la posibilidad de decidir como y cuando terminar con ella, ya que aún cuando el suicidio es una forma personal de terminar con nuestra existencia, dudo ciertamente que tal acontecimiento definitivo e irremediable, esté totalmente bajo nuestro control consciente y racional.
De todas formas, ese es un tema muy profundo y controversial, que no abordaré en este momento.
La idea de esta breve reflexión es, pensar en los motivos que nos llevan a preocupamos por aquellas cosas sobre las cuales no podemos hacer nada? , por qué intentar predecir hechos venideros cargándonos de ansiedad, cuando ni siquiera sabemos si van a suceder?
Desde luego que esto no quiere decir que debamos aceptar de manera pesimista u optimista en todo caso, un probable destino, que de por sí es incierto hasta el momento de nuestra última respiración.
Tantas veces evaluamos situaciones desde todos los ángulos posibles, pensando que ya hemos cubierto todas las posibilidades, pero en pocas ocasiones reflexionamos sobre el hecho de que nada ni nadie puede garantizar lo que va a suceder finalmente.
No obstante lo dicho, podemos preguntarnos ¿hay algo que efectivamente podamos controlar?, y la respuesta es sí, aunque ello no es tarea sencilla. Podemos controlar nuestras emociones frente a los hechos que suceden o frente a los hechos que se avecinan aunque no sepamos cuáles serán realmente. Dicho de otra forma, nosotros no tenemos el control de las circunstancias externas, pero con esfuerzo y templanza podemos controlar nuestras reacciones frente las mismas.
Una de las maneras de llevar a cabo con éxito esta conducta, es desapegarnos de los acontecimientos que nos rodean, para no ser arrastrados por las emociones que los mismos provocan.
Finalmente, para el sabio eremita Lie Tse, aceptar el destino no significa someterse a la fatalidad, sino más bien, reconocer y aceptar que muchas cosas están más allá de nuestro control ya que en general y aunque parezca lo contrario no somos los creadores de los acontecimientos, sino que somos parte de ellos. El mundo no gira a nuestro alrededor.