Por Daniel Antonio Spinato
Si partimos de la base que la paridad de género desde un punto de vista estricto busca que tanto hombres como mujeres tengan las mismas oportunidades y representación en distintos ámbitos, incluyendo la política, la educación, la cultura y otros, creo que todos aquellos con sensatez de pensamiento estaríamos completamente de acuerdo.
La humanidad se compone de hombres y mujeres con claras diferencias biológicas y psicológicas y cada una de ellas determina una impronta en el comportamiento de todos los seres. Es gracias a dichas diferencias que existe una riqueza única que hace posible la inmensa diversidad humana, y de allí que en dichas diferencias está la posibilidad de crecimiento y desarrollo prácticamente ilimitado de nuestra raza.
Está claro que hombres y mujeres, mujeres y hombres son esencialmente diferentes, pero ambos como dije al comienzo han de tener las mismas oportunidades de inserción en la vida con equidad y respeto mutuos.
Equidad, igualdad de oportunidades y respeto mutuo
¿Hay equidad, igualdad de oportunidades y respeto mutuo entre hombres y mujeres?, la respuesta es que todavía existen barreras significativas que impiden la igualdad de oportunidades y el respeto entre hombres y mujeres, aunque todo pareciera indicar que el rumbo se encamina a lograr esa equidad y respeto necesarios para la vida en común.
Sin embargo, esta disparidad proviene de ambos lados y no exclusivamente del lado masculino y ello se da en el trato cotidiano, en el ámbito laboral, en la relación de familia, etc. Desde el punto de vista físico, el hombre es más fuerte que la mujer y ello ha permitido abusos de distinta índole; desde el punto de vista psicológico creo que la mujer es más fuerte que el hombre y ello ha permitido también abusos de distinto tipo sobre el hombre. En pocas palabras, tanto hombres como mujeres tienen un fuerte sentido de la manipulación sobre el otro y cada uno sabe hacerlo acorde a sus mayores y mejores fortalezas.
En el ámbito laboral existen desigualdades de ambos lados. Una mujer que se desempeña profesionalmente como modelo percibe salarios mucho más elevados que un hombre en la misma profesión. Si del mundo empresarial se trata, hay mujeres que están en los cargos más elevados, cuando no, al frente de una empresa y es cierto que muchas veces ganan menos de lo que un hombre ganaría.
Igualdad forzada desde normas legales
Hay mujeres con grandes capacidades intelectuales, científicas, académicas en diferentes ramas de la cultura y las ciencias que se han destacado a lo largo de la historia y también hay hombres con las mismas condiciones, y en ambos casos no está garantizado que haya igualdad en el trato ni en las oportunidades, pero eso, aunque no guste aceptarlo, es parte de la idiosincrasia humana. El reconocimiento del otro en su verdadera dimensión no es algo inmediato y automático y es un ida y vuelta que nos atañe a todos por igual.
Es por todo ello que, en algunas sociedades, claramente retrógradas y populistas, se insiste en normas legales que obliguen a los seres humanos a que seamos todos iguales a través del concepto de paridad de género.
Pero la paridad de género es un tema complejo que implica muchas cuestiones diferentes y de algún modo facilita una mirada tendenciosa y enrevesada sobre un tema profundo como es el de las diferencias que caracterizan a la naturaleza humana.
Capacidades individuales y lugar en la sociedad
Quizás por todo lo dicho el ideal de conducta sería que las capacidades individuales determinen el lugar que cada uno ha de ocupar en la sociedad. Si en el terreno de la política se pretende determinar mediante una norma legal una igualdad forzada, ¿no se está diciendo que las mujeres tienen menos cualidades que los hombres y por tal razón necesitan compulsivamente una cierta cantidad de escaños?, cabe preguntarse qué lugar ocupa la virtud, la capacidad, el mérito y el conocimiento sobre las necesidades del bien común y cuál es el mensaje hacia la mujer. “Tu mujer necesitas que por Ley te guardemos tantos lugares, ya que por tus propios méritos no podrías alcanzarlos”. Es, por lo menos desde mi punto de vista bastante ofensivo.
No sería esta, acaso, una mirada tendenciosa y meramente cuantitativa la de la inclusión de la mujer en iguales porcentajes que su congénere varón, y en última instancia quién es el hombre para decidir sobre este punto. O acaso la mujer carece de las condiciones necesarias para sobresalir o acceder a puestos de relevancia y por ello tiene que ganárselos con una ley que los instale obligatoriamente.
Por otra parte, está claro que la tecnología que ha desarrollado la humanidad nos permite conocer de primera mano cómo es la vida en otras sociedades, apreciar las diferencias positivas y denostar el sufrimiento de tantas mujeres en países de discriminación extrema. Algo que antes desconocíamos.
Palabras Finales
Hoy en día la paridad de género sigue siendo un tema con amplia difusión y al que hay que prestarle la debida atención a fin de poder lograr que las sociedades de todo el mundo provean las mejores oportunidades para todos, basados pura y exclusivamente en las capacidades individuales y en la distribución justa de todos los beneficios a los que más lo necesitan, pues no debemos olvidar que venimos a este mundo con cualidades y dones diferentes y ni la abundancia de unos o la carencia de los otros debería determinar si vamos a sufrir y a penar en esta vida o a tener la oportunidad de un tránsito exitoso y bienaventurado.